La preservación de registros históricos siempre ha sido una tarea esencial para la humanidad. Los fragmentos de papiros, mosaicos y tablas de cera de la Antigüedad, por ejemplo, nos revelan detalles sorprendentes de la vida cotidiana de civilizaciones antiguas, como lo que los habitantes de Pompeya solían comer en el desayuno hace dos mil años. Así, desde la Antigüedad, los documentos y artefactos preservados han permitido que comprendamos las sociedades del pasado, sus prácticas y estilos de vida.
Con el paso del tiempo, registros como el Domesday Book – un inventario detallado de los recursos y propiedades de Inglaterra en el siglo XI – se convirtieron en fuentes invaluables de información sobre la ganadería y la agricultura medieval. Este tipo de documento ofrece una visión profunda y, a veces, sorprendente de sociedades remotas. Los registros victorianos, por su parte, ilustran la vida social del Reino Unido en el siglo XIX, incluyendo quiénes eran los individuos más influyentes y cómo se daban las relaciones sociales en esa época.
Sin embargo, hay una diferencia significativa en la forma en que registramos nuestra historia hoy en día. A diferencia de los registros físicos de tiempos antiguos, gran parte de lo que creamos hoy es digital. Y esto representa un desafío enorme para los historiadores del futuro. A diferencia de los libros o artefactos que sobrevivieron al paso del tiempo, muchos datos digitales corren el riesgo de perderse para siempre.
Con la creciente dependencia del medio digital y la preocupante ausencia de políticas sólidas de preservación digital, nuestra historia contemporánea corre el riesgo de ser borrada. Sitios web que desaparecen, enlaces rotos y documentos digitales perdidos son solo la punta del iceberg. Lo que ocurre es que la propia naturaleza de internet y la tecnología digital crea un entorno de rápida obsolescencia, donde el contenido es constantemente reemplazado o eliminado. Esto es una amenaza directa a la preservación de nuestro legado digital y, por ende, de nuestra memoria colectiva.
Un esfuerzo notable y pionero en el intento de preservar la historia de internet es el Internet Archive. Fundado en 1996 por Brewster Kahle, un entusiasta de la tecnología y visionario de internet, el Internet Archive tiene como objetivo preservar la mayor cantidad posible de contenido digital. La organización ya ha acumulado una colección impresionante, que incluye 866 mil millones de páginas web, 44 millones de libros, 10,6 millones de videos, entre otras fuentes valiosas. Las colecciones de la organización abarcan desde noticias hasta documentales históricos, programas de televisión y películas. Este enorme repositorio, almacenado en centros de datos alrededor del mundo, es nuestra mejor defensa contra la “amnnesia digital”.
La Wayback Machine, una de las herramientas más conocidas del Internet Archive, desempeña un papel crucial. Esta herramienta almacena copias de sitios web a lo largo del tiempo, permitiendo que cualquier persona explore versiones pasadas de sitios web. Es un recurso importante para historiadores, periodistas, investigadores y el público en general, que pueden acceder a información y publicaciones que ya no están disponibles en línea. Mark Graham, director de la Wayback Machine, advierte que el trabajo es desafiante, ya que “las instituciones fallan, las empresas cierran, las organizaciones periodísticas son absorbidas o desaparecen”. Con una realidad tan dinámica, la continuidad de este trabajo depende de dedicación constante y actualización tecnológica.
Sin embargo, el Internet Archive y otras organizaciones que intentan preservar el contenido digital enfrentan dificultades enormes. La mayoría de estas iniciativas son dirigidas por voluntarios, a menudo sin apoyo gubernamental o institucional significativo. Incluso con el valioso trabajo realizado hasta el momento, existen obstáculos financieros, problemas técnicos, ciberataques y disputas judiciales. Por ejemplo, editoras y discográficas impugnan la práctica del Internet Archive de digitalizar y distribuir gratuitamente libros y música, lo que representa una amenaza financiera para la organización.
La vulnerabilidad de este trabajo también quedó evidente en septiembre de 2023, cuando el Internet Archive anunció una colaboración con Google para integrar los enlaces de la Wayback Machine en los resultados de búsqueda. Este es un avance significativo para aumentar la visibilidad de las páginas archivadas, pero aún existen cuestiones financieras y jurídicas en juego. Recientemente, la organización enfrentó una demanda de cuatro grandes editoras, alegando que el Internet Archive violó leyes de derechos de autor al digitalizar libros físicos y poner a disposición copias digitales. Esto resultó en un acuerdo de compensación financiera y la pérdida del recurso contra la decisión judicial.
La cuestión de la preservación digital trasciende el Internet Archive. Otras instituciones, como la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos y la Biblioteca Británica, también desarrollan proyectos de preservación digital. La Biblioteca del Congreso, por ejemplo, mantiene una colección de sitios web gubernamentales y ha preservado copias de tweets desde la creación de Twitter (hoy X) hasta 2017. En el Reino Unido, el UK Web Archive rastrea sitios web con dominios .uk, creando copias anuales de una muestra significativa de la web británica.
Aún así, el alcance de estas iniciativas es limitado. Aunque estos proyectos juegan un papel importante, el desafío de preservar toda internet es inmenso. En un contexto en el que se envían cerca de mil millones de correos electrónicos diariamente y se cargan más de 500 horas de video en YouTube cada minuto, cualquier intento de archivar toda internet parece abrumador.
La importancia de la preservación digital va más allá de la simple retención de datos. Como destacó Mar Hicks, historiadora de tecnología, el proceso de archivo también implica decisiones sobre qué debe ser priorizado. Muchos proyectos de preservación terminan duplicando información popular y descuidando datos de áreas culturalmente importantes, como el contenido de países no occidentales. Este enfoque fragmentado y desigual puede llevar a la pérdida de registros históricos fundamentales para la comprensión de la diversidad cultural global.
Aunque hay un consenso sobre la importancia de la preservación digital, pocos están dispuestos a financiar estos proyectos. Hicks alerta que, sin apoyo financiero, muchos de estos archivos digitales pueden desaparecer. El Internet Archive, por ejemplo, es una organización sin fines de lucro, dependiente de donaciones, que enfrenta costos crecientes para seguir funcionando.
En última instancia, la preservación digital es una responsabilidad colectiva. Gobiernos, empresas y ciudadanos deben colaborar para garantizar que los registros de nuestra era no se pierdan. La historia de la humanidad está cada vez más ligada al mundo digital, y, sin una preservación adecuada, una parte significativa de nuestro legado podría desaparecer para siempre. Internet ha transformado la manera en que vivimos, aprendemos y nos conectamos, y la preservación de este contenido es crucial para que las futuras generaciones comprendan nuestra época y lo que nos define como sociedad.