Los astronautas de la misión Crew-8 de la NASA, que recientemente completaron un viaje de 235 días a bordo de la Estación Espacial Internacional (ISS), compartieron sus experiencias sobre los desafíos inesperados de readaptarse a la vida en la Tierra. Durante una conferencia de prensa celebrada el 8 de noviembre, tres de los cuatro miembros de la tripulación —Matthew Dominick, Michael Barratt y Jeanette Epps— revelaron las dificultades que enfrentaron al regresar al ambiente terrestre, especialmente en lo que respecta a la readaptación a la gravedad y los efectos que la falta de esta tiene en el cuerpo humano.
Para muchos, la idea de vivir en el espacio implica una serie de desafíos físicos y psicológicos, y los astronautas de la Crew-8 no fueron la excepción. Después de pasar más de siete meses en el espacio, acostumbrados a la microgravedad, los astronautas enfrentaron un impacto considerable al regresar a la gravedad terrestre. El comandante de la misión, Matthew Dominick, relató de manera relajada pero reveladora que uno de los desafíos más inusuales de la readaptación fue la dificultad para sentarse en superficies rígidas. “Soy un piloto novato y estoy fascinado por la readaptación”, afirmó Dominick. “Las cosas grandes que uno espera —estar desorientado, mareado. Pero las pequeñas cosas, como simplemente sentarse en una silla dura… Mi espalda no había estado en algo duro en [235] días.”
Dominick compartió una anécdota personal de cómo, durante una cena con su familia poco después de su regreso, fue incapaz de permanecer sentado en una silla dura. Para seguir participando en la conversación, tuvo que acostarse en el suelo, sobre una toalla, para aliviar el malestar. “Eso no estaba en un libro que leí”, bromeó, destacando la falta de preparación para el desafío aparentemente simple de sentarse. “Oye, vas al espacio. Va a ser difícil sentarte en una silla dura.” La ligereza de su broma contrastaba con la seriedad de lo que realmente estaba ocurriendo en su cuerpo: después de tanto tiempo en microgravedad, músculos y huesos se habían adaptado a un ambiente sin la fuerza de la gravedad, haciendo que tareas cotidianas fueran más difíciles de lo esperado.
La astronauta Jeanette Epps, quien también formó parte de la Crew-8, compartió su experiencia sobre los efectos de la gravedad. “El peso y la gravedad de las cosas son sorprendentes”, dijo. “Me he estado acostando en cada oportunidad que tengo, pero tienes que moverte. Debes hacer ejercicio todos los días, porque de lo contrario no obtendrás los beneficios de la readaptación. Tienes que moverte, independientemente de cuán exhausta te sientas.” El comentario de Epps revela el profundo impacto que la falta de gravedad tiene en el cuerpo humano, provocando una pérdida de fuerza muscular y resistencia, que solo se puede recuperar con ejercicio diario y esfuerzo continuo. Explicó que, incluso cuando el cuerpo siente una extrema fatiga, es esencial que los astronautas hagan el esfuerzo de moverse para reiniciar el proceso de readaptación a la gravedad terrestre.
Michael Barratt, quien también participó en la misión y es médico de profesión, enfatizó que el regreso a la Tierra de astronautas de larga duración requiere cuidados médicos rigurosos. Aunque los chequeos médicos tras misiones prolongadas en el espacio son un procedimiento estándar, Barratt explicó que, en lugar de dirigirse directamente a la base en Houston, todos los astronautas de la Crew-8 fueron llevados a un hospital cercano —el Ascension Sacred Heart Pensacola— como medida de precaución. La NASA reveló, poco después del aterrizaje, que toda la tripulación fue llevada al hospital, pero uno de los astronautas tuvo un problema médico más serio, lo que llevó a su hospitalización temporal. Sin embargo, la NASA no divulgó detalles sobre cuál miembro de la tripulación fue hospitalizado ni el tipo de problema médico enfrentado. En una declaración, la agencia afirmó que el astronauta estaba “en condición estable” y “bajo observación”, sin más información. La privacidad médica fue respetada en conformidad con el protocolo y la seguridad de los astronautas.
La misión Crew-8, lanzada el 3 de marzo de 2024, atravesó varios obstáculos que retrasaron el regreso de los astronautas a la Tierra. Originalmente, la misión tenía una fecha de retorno más temprana, pero la nave espacial Boeing Starliner, que debía realizar el retorno de otros astronautas, enfrentó problemas técnicos y se consideró demasiado arriesgada para la tripulación de la misión Crew-8. Como resultado, la NASA reprogramó el envío de la nave Boeing, redirigiéndola a misiones futuras, y realocó a los astronautas de la Crew-8, lo que acabó retrasando su regreso. Además, las condiciones climáticas desfavorables a lo largo de octubre pospusieron el retorno final, retrasando el desembarque de la Crew-8 hasta finales de mes.
A pesar de los contratiempos, la misión Crew-8 no estableció un récord de permanencia en el espacio, aunque fue más larga de lo esperado. Los astronautas suelen prolongar su estadía en la estación espacial en función de eventos imprevistos, como una fuga de un sistema de refrigeración o fallos técnicos en las naves de retorno. El astronauta de la NASA Frank Rubio, por ejemplo, ostenta el récord de permanencia más larga en órbita, con impresionantes 371 días, después de que su viaje original se extendiera debido a una fuga de refrigerante en la cápsula Soyuz, que lo llevó a la ISS.
La experiencia de la Crew-8 destaca la complejidad de la vida en el espacio y los efectos profundos que la gravedad cero tiene sobre el cuerpo humano. Para muchos, la adaptación al regreso a la Tierra es un proceso difícil, pero esencial para garantizar la salud y el bienestar de los astronautas, que deben enfrentar las consecuencias de la microgravedad en un ambiente nuevo. El relato de los astronautas de la Crew-8 sirve como un recordatorio de que, a pesar del entrenamiento intensivo y la preparación, la experiencia del espacio es única y puede tener efectos impredecibles hasta en los aspectos más simples de la vida cotidiana, como sentarse en una silla.
La experiencia de la misión Crew-8 revela las complejidades y los desafíos de la readaptación a la vida en la Tierra tras largos períodos en el espacio. Aunque los astronautas se preparan física y psicológicamente para los efectos de la microgravedad, los síntomas inesperados, como la dificultad de sentarse en superficies duras o el impacto de la gravedad en las actividades cotidianas, evidencian lo susceptible que es el cuerpo humano a los cambios en el ambiente. La misión también destaca la importancia de los cuidados médicos rigurosos y la necesidad de ejercicios continuos para garantizar la recuperación total de los astronautas.
Aunque la Crew-8 no estableció un récord de permanencia en el espacio, enfrentó un regreso más largo y desafiante de lo previsto, debido a ajustes logísticos y problemas técnicos con las naves de transporte. Esta experiencia refuerza la complejidad de las misiones espaciales y la necesidad de resiliencia y flexibilidad por parte de los astronautas ante imprevistos.
Al final, la historia de la Crew-8 sirve como un recordatorio de que, a pesar de las maravillas del espacio y los avances tecnológicos, el cuerpo humano sigue siendo vulnerable a las condiciones extremas del ambiente espacial. La transición de vuelta a la Tierra es un proceso que requiere más que solo recuperación física; implica un reajuste profundo tanto en el cuerpo como en la mente, siendo uno de los mayores desafíos que enfrentan los astronautas tras regresar de misiones prolongadas.